María Alfonso Rodríguez (@mariiaalfonso). Estudiante del Doble Grado en
Periodismo y Comunicación Audiovisual.
Ya lo decían los griegos, antes de la creación del Cosmos lo que existía era el Caos, y no hay mayor caos que los que se montaban los dioses en los mitoculebrones griegos.
Teniendo en cuenta el papel en la historia de los grandes Hesíodo y Homero, podemos considerar que los influencers existían desde el comienzo de los tiempos. Las narraciones o historias proyectadas en la “Ilíada” y la “Odisea” por dichos grandes poetas épicos fueron una gran influencia para la chicha de la religión grecolatina.
Sabemos que tenemos un mito delante cuando trata de explicarnos la naturaleza mediante narraciones politeístas en las que los protagonistas son dioses y héroes con poderes, de porte humano, que ejercen de modelo social y que, como finalidad, buscan recoger sentimientos y enseñanzas. Reconocemos un culebrón por esa telenovela con interminables episodios, que cuenta la historia de relaciones sentimentales intensas y pasionales entre dramas, imposibles y traiciones de cada individuo.
He aquí con los dos grandes intelectuales ya nombrados, la aparición de los
famosos doce dioses olímpicos y personajes heroicos como Hércules, Perseo, entre otros, así como las relaciones que entre deidades, humanos, hermanos, hijos y madres, e incluso animales tenían. ¿Quién dice que los griegos no se lo pasaban en grande en sus relaciones y que existían los tabúes sexuales? Teniendo como referencia que la diosa Afrodita nació de las gotas de sangre y esperma que cayeron al mar tras la castración de su padre, que Zeus vivió la maternidad con la gestación de Atenea en su cabeza, o que dio lugar al nacimiento de su hijo Perseo tras dejar embarazada a Dánae convirtiéndose en una lluvia de estrellas, ¿cómo los griegos no iban a dar lugar a la imaginación en sus relaciones amorosas?

Las relaciones entre divinidades eran de lo loco a lo paradójico para la mente humana de nuestra sociedad. La imaginación y la necesidad de crear unos seres que explicaran la vida en la metrópoli de aquella época, dieron como resultado todas esas historias novelescas en las que los omnipotentes se equivocaban y actuaban como el ser humano haría. Pero lo que no cabe en la mente del hombre actual son esas relaciones trascendentales, místicas, imposibles y en ocasiones infieles por medio de la magia o las transformaciones. Un claro ejemplo es el del nacimiento del famoso Minotauro, en una de las grandes infidelidades del que se deleita con el rayo (Zeus) hacia su esposa Hera. En este mito que desemboca en la creación de la constelación de Tauro, Zeus transformado en un hermoso toro blanco seduce a la bella Europa. De dicho enlace nacen tres seres mitológicos: Radamantis, Sarpedón y el conocido Minos.
Difícil de creer: el enlace de un animal con una muchacha dando fruto a tres monstruos. Este tipo de historias son las que crean gancho y hacen que una vez envuelto en ese ciclo de problemas entre dioses, héroes y humanos no quieras perder detalle de la siguiente locura grecolatina. Y es que al igual que los helénicos tenían sus hipérboles dramas, el hombre del siglo XXI no se queda corto. De hecho, podemos compararlos mediante hazañas y rasgos personales de esa mella griega con la gente que nos rodea día a día en la UFPC. Eso es lo que haré ¡a partir de ahora! ¿Te haces una idea de qué compañero es ese personaje grecolatino que se sienta muy cerca?